Como ahora
mismo estoy enclaustrada, me acabo de dar cuenta de que últimamente sólo me
pide el teléfono el Face para proteger mi cuenta...
Lo que me ha
entristecido sobremanera y ya me he puesto bucólica y he comenzado a pensar, en
que esta vida que llevo no me satisface, lo mismo es porque estoy muy cansada
pero, yo quisiera ser una maruja y desayunar con otras marus, que tampoco
trabajen, ver el sálvame a medio día como es de ley, con mi siesta de rigor,
planchar hasta las bragas, limpiar sobre limpio, hacer punto de cruz o macramé,
bueno no, que ahora hacen broches de fieltro y fofuchas... ponerme los rulos sólo los domingos, ir a diario a la compra y
entretenerme con la frutera, con el carnicero y al final, salir corriendo
porque no llego a tiempo para preparar la comida!!
Y me he
acordao de cuando yo era Ama de Casa.
Si, porque
yo he tenido dos vidas, una convencional y organizadísima y otra esta... que
ya, quien me sigue... habrá notao, que no es muy equilibrá pa que engañarnos...
Pues según
mis planes originales, los de aquella mujer llamada Raquel,
(Rachel es así, en
mi paranoia vital, como una reencarnación, más menos)
Pues
Raquelita, a esta edad, ya tenia que tener su reconocida notoriedad laboral, al
menos dos churumbeles, su trabajador y fiel maridito, su chalete con su patio
lleno de flores y arbolicos, para las tardes de hastío y un perro grande como
el de scotex que le molaba a ella...
Y por
supuesto Raquel sería una fantástica cocinera y una madre sin parangón, como la
mía, que sabe dónde está todo (para todas las madres... “eso” está ahí encima
de “eso”) y como limpiar cualquier cosa... y si no, se lo inventaría, como
hacen las madres.
Sus expectativas como ama de casa eran francamente grandes y atractivas, pero su visualización imaginaria no tuvo el resultado real que ella esperaba...
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Expectativa: mamazota sexy cocinera |
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Realidad: Ni sexy ni ná |
Pero Raquel
tuvo sus principios, como todos, ella antes de independizarse y ser
autosuficiente, se sentaba en la cocina, a ver como su madre cocinaba y
mientras ella tomaba notas, se compró una libreta y tó, que la llamo “Las
recetas de Mamá”...
bueno, no era muy original.
Ella como
todas las jovencitas, pues sabía hacer cosas en el microondas, fritos y pasta,
lo más elaborao, era la tortilla de patatas, que a saber porqué, no le salía
del todo mal...
Pues llegado
el momento en el que se vio sola, en su hogar, en especial en su preciosa
cocina, que diseñó y decoró, ella misma y tuvo la genial idea de empapelar una
de las paredes de azulejos, con papel que imitaba al ladrillo, para darle un
aire rústico...
pero resulta que como en su vida había empapelao nada, que
ella, lo más que había echo era forrar un libro!!
Pues no sabía,
que al parecer hay que darle una capa de una especie de sellador o no se qué,
al azulejo porque si no, el papel no pega...
y ella dándole pegamento al
azulejo y al papel... y al azulejo y al papel...
y aquello no había manera de
que se quedara...
al final, porque Raquel otra cosa no, pero obstinada era un
rato... se pegó el papel, vaya si se pegó! que lo tocas y hasta tiene textura
rugosa como el ladrillo... el problema fueron las esquinitas, que se levantaban
las cabronas, pero compró un bote grande de loctite y te digo yo, que eso ni
raspándolo lo despegas, que tienes que cambiar el azulejo pa quietarle el
ladrillo.
Pues le dio
igual, así se limpia mejor! pensó, no os cuento las manos que le costó echar
para que quedara bien el esmalte encima del gotéele...y esa era otra, ahora
resulta que la cenefa de pegatina, sobre el gotéele no queda bien, que se queda
rugosa, claro.
Pues ná, se
raspó to el gotéele del ancho de la cenefa, pa que quedara bien pegao... pero
no solo de la entrada y el pasillo, no, de toa la casa!! Que había comprao
cenefas pa todas las estancias... esa mujer no se metía más que en problemas,
era una cosa mala... ahora como quedase... pero al final lo ponía!!!
Pues quería
también envejecer las molduras de escayola y pintar los techos, menos mal que
no le dio tiempo...
El caso es
que la primera dificultad que Raquel encontró a la hora de cocinar fue, la
coordinación y rapidez... si estaba haciendo un sofrito de cebolla y se tenia
que poner a picar ajo quequeñito... pues se le quemaba la cebolla.
Eso era una
angustia constante, así que decidió que lo que iba a hacer es preparar todo
inicialmente antes de ponerse a cocinar... como el Arguiñano que lo tiene to
picao y preparao en platitos individuales a mano.
Pues en que
tardara más, a ella eso no le importaba, y una vez que tuvo aquello controlao,
comenzó a experimentar, y descubrió que Dios no la había otorgado el don de la
cocina... salvo para la repostería, todos los bollos tartas y galletas le salían
bien, así se estaba poniendo ella, generosa tirando a reventona.
Raquel en
vez de cocinar, vivía una aventura cada vez que se ponía el delantal.
Una vez hizo
libritos de carne, pues no se le ocurrió que tenía que pedir los filetes
finitos y en vez de libritos, aquello parecía la enciclopedia Spasa, claro
llevaba tantas cosas por dentro, que se las vio y se las deseó, para rebozar
aquello atravesao con 4 palillos de dientes y aun así se desmontaba.
Otra vez,
quiso hacer unos boqueroncitos en vinagre, la madre que los parió que asco
limpiar esos peces que no abultan ná, como pueden manchar tanto!! Tampoco sabia
la muchacha, que podía pedirle al pescaero que se los limpiara... pues después
intentarlo con nauseas constantes, al final después de vomitar, ya se quedo a
gusto y se los llevo a su madre...le quedaron riquísimos.
Fueron
memorables también, las primeras croquetas que no consiguió darle la forma de
cocreta cilíndrica alargá y las hizo redondas... albóndigas es que si sabia hacer.
O aquella
primera tortilla francesa, que quedo como huevos desmigaos de los que desayunan
los americanos, y hablando de huevos... compró una vez unos cacharros para el
microondas para cocer los huevos, pues no sólo no los cocían, si no que además
explotaban y ponían el microondas perdiito, fue una mala inversión.
Por lo general como todas las hijas, Raquel aprovechaba cada vez que iba a visitar a su madre, para traerse apuntes, nuevas ideas y mil respuestas a sus grandes dudas culinarias... o sea se llevaba tuper con sobras, siempre...
En otra
ocasión, hizo lentejas, el color y la textura final no le recordaban mucho a
las de su madre, era una especie de puré negruzco con lentejas salteadas y más
cosas que le echó.
Ella tenia
un perro, Homer se llamaba, le puso un platito de lentejas y el perro se tiró a
por ellas como hacia siempre, que era tan hambrón que parecía que no habia
comido nunca, pero de repente, se paró en seco, la miró, miró el plato y lo
intentó... se notaba que él, comer quería!!! pero la miró otra vez con cara de
que coño es esto??
Amos que no
las quiso ni el perro, que se comía los muebles de madera sabes?
Se las puso
a su amorcito y este que se conoce que la quería, se las empezó a comer...
-
Que tal me han salido las lentejas cariño? Te gustan? (primera
cucharada)
-
Si... no están mal... se nota que es la primera vez que las
haces...
-
No se yo, si no las quieres las tiramos... (segunda cucharada)
-
Noo, como las vas a tirar... esto hay que comérselo, si no están
tan mal...
-
No me importa hacerte un
huevo eh? (tercera cucharada)
-
ná... están bien... ya le pillaras el punto cariño...”glup” (le
costaba tragar)
-
Anda dámelas que las tire, que no las ha querio ni el Homer...
Comieron los tres, huevos fritos con
patatas, hasta el final de sus días, nunca más hizo lentejas...
La
reencarnación... tampoco, las como de mi madre que le quedan ricas, ricas, o de bote que nunca deja de sorprenderme como las cocerán para que les queden tan sueltecitas oye!
Gracias por leerme!!
By Rachel World
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